Si su vida laboral se resumiera en un pan y queso, Juan Manuel Rodríguez Rey dio cada paso con la exactitud de un cirujano. Y lo es, dirá el traumatólogo de Atlético, cuya base de enseñanza fue haber formado parte del equipo médico de Boca, donde fue segundo de Jorge Batista, quien abrió, coció y curó ligamentos cruzados de Martín Palermo y Juan Román Riquelme, dos ídolos del “xeneize”
“Estuve en las operaciones de Palermo y Riquelme. Eran buena onda los tipos”, recuerda sus primeros años en el rubro el “Doc”, reconocido hincha del “xeneize” y veneno del “decano”. “Sí, soy hincha y ahora te podría decir que más que antes. Y no tiene que ver por mi trabajo sino porque veo día a día el sacrificio que le meten los jugadores para darnos una alegría”, asegura quien se pasó varios años de juventud en la tribuna de la calle Chile.
“Con mi amigo Aramburu, teniendo plateas vitalicias, nos íbamos a la Chile. Era una época hermosa: los partidos eran casi todos los viernes por la noche y qué fiesta se armaba en las tribunas del Monumental”, revela con la melancolía de un tipo que guarda recuerdos bañados en oro. Pero si de baños se trata, su filmoteca se torna un poco escabrosa. “En uno de esos tantos partidos, siento que me bañan de atrás. Era un borracho que mientras saltaba y cantaba quería orinar en una cajita de vino. No me olvido más”. La anécdota viene con risas de furia.
Once años después de haberse ido a “baires” a hacer la residencia, Rodríguez Rey decide volver a casa. Antes de eso pasó por congresos FIFA mandado por Boca. “Viajé Valencia y a países de Centroamérica”, recuenta el “doc”, especializado en varios rubros. “Hice un fellow, que es traumatología del deporte, y también me especialicé en ligamentos cruzados y en artroscopía de hombros”, entrega su currículum quien cumplió el sueño de todo rugbier: vestir la camiseta “naranja” del seleccionado local. “Estuve desde el ‘95 al 2000. Lástima que no logramos un título, solo un subcampeonato.
Me retiré porque se me trabó la rodilla y tuve que pasar por el quirófano, ja”. En ese tiempo, Juan estaba terminando de cursar la carrera. “Me operó Mario Larrain, médico de Los Pumas”.
Actor de reparto en esta recta final de la pretemporada en Salta, el “Doc” festeja que así sea. “No hay mejor regreso a casa que sin lesionados de gravedad. Estos chicos están haciendo todo bien”, suspira de agradecimiento el médico. “Dar un buen paso sabiendo lo que estás por hacer te puede simplificar mucho el camino”, dice a modo de filósofo el amigo, acostumbrado a, podría decirse, operar ligamentos cruzados con los ojos cerrados. “Nah, uno nunca debe confiarse, y eso que en otra época operábamos 20 cruzados por semana, ja”. Y como si se tratase de un reo que tacha los días en prisión, Juan Manuel lleva la cuenta de cada acto en la “carnicería”: “Mmm, entre 700 y 704 seguro que tengo, ja, ja, ja”.